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martes, 26 de noviembre de 2013

Iglesias y Monasterios de Madrid: San Antonio de los Alemanes

Iglesia de San Antonio de los Alemanes


San Antonio de los Alemanes, fundada como iglesia de San Antonio de los Portugueses, es una iglesia situada en el distrito Centro de Madrid (España). Constituye un ejemplo claro del barroco madrileño. Se emplearon en su construcción materiales de bajo coste como el ladrillo y el yeso, con una fachada sobria y chapitel. La principal novedad de esta iglesia es su planta elíptica, una de las pocas que hay en España, así como el hecho de que está enteramente pintada al fresco, tanto la cúpula como las paredes. Su fachada principal, coronada por una estatua del titular, es de un sobrio estilo post-herreriano.
San Antonio de los Alemanes fue fundado por Felipe III en 1607 como Real Hospital para enfermos portugueses que vivían en Madrid, cuando Portugal era nuestro. El Hospital se conoció desde entonces como San Antonio de los Portugueses, ya que su capilla se encomendó a San Antonio de Padua.


En 1624 se inició la construcción del templo, bajo la dirección del maestro de obras Francisco Seseña, que siguió fielmente los planos del arquitecto jesuita, Pedro Sánchez, el mismo que proyectó la Colegiata de San Isidro y como ayudante, Juan Gómez de Mora, quedando terminado en 1633.
Tras la independencia de Portugal de la Corona Española, el templo quedó abandonado, hasta que en 1689, la reina Regente Mariana de Austria, mirando hacia los suyos, lo cedió a los alemanes católicos que vivían en Madrid, cambiando su denominación a San Antonio de los Alemanes.

La iglesia pertenece desde el 1700 a la Hermandad del Refugio. Esta institución tenía el compromiso de prestar ayuda a los necesitados de Madrid. De la Hermandad del Refugio, salía "La Ronda de pan y huevo", que estaba integrada por un sacerdote, dos seglares ayudantes y numerosos criados con camillas y sillas de mano. Iba por las calles, portando cada seglar un farol y haciendo sonar continuamente campanillas, buscaban a mendigos enfermos por los portales, esquinas y escondrijos, dando a los necesitados un pan y dos huevos duros. Se conserva todavía la plantilla de madera cuyo agujero servía para desestimar el huevo si por allí entraba, pronunciando la famosa frase: Si pasa, no pasa, lo que indicaba que el huevo era demasiado pequeño para el prestigio de la Hermandad a la que han pertenecido los reyes de España desde siempre, incluidos los actuales.  A los enfermos los llevaban hasta el Hospital, a los moribundos les preparaban para su viaje al otro mundo y a los que se encontraban muertos, les daban cristiana sepultura en una fosa común. También podían ir a dormir por unos cuantos céntimos a la hospedería. Fueron famosos los malos olores y pestilentes que salía del Refugio.

La fachada del edifico se la debemos a Juan Gómez de Mora. Una fachada sencilla y austera de ladrillo visto sobre zócalos de granito. En una restauración en 1886, el arquitecto Antonio Ruíz de Salces añadió unas molduras neogóticas en las ventanas y subió de altura el campanario.
Fachada de la iglesia con la escultura de San Antonio, obra de Pereira




Una de sus curiosidades, similar a otras iglesias madrileñas, es que presenta un chapitel en forma octogonal al exterior. Estos chapiteles, son en verdad cúpulas, las llamadas cúpulas encamonadas, elaboradas con materiales ligeros como madera o yeso. Normalmente no se trasdosan al exterior, sino que se cubren con chapiteles del tipo que comentamos. Motivos de tipo económico motivaron la aparición de esta peculiar forma arquitectónica, ya que las dificultades que atravesó España durante el siglo XVII no permitían gastos excesivos. Sin embargo, la fórmula no renunciaba a la vistosidad puesto que el interior podía ir decorado, a veces de modo fastuoso como sucede en este templo.

            La portada es barroca, conteniendo encima del dintel de la puerta, en una hornacina, una escultura de San Antonio, atribuida a Manuel Pereira. La sencillez del exterior no nos prepara para lo que nos encontramos en el interior, un templo de una sola nave elíptica, carente de columnas y pilastras, siendo toda diáfana y está coronada por una bóveda con lunetos, que descansa sobre una cornisa y que ocupa todo el perímetro del templo.


Una vez que estamos dentro del templo, nuestra mirada se quedará perpleja con lo que vamos a observar. Todo el muro que rodea el templo, está pintado con frescos, es decir... toda la pared del edificio es una pintura gigante. La sensación es como si nos hubiéramos colado dentro de un cuadro o estuviéramos en un salón de algún palacio italiano por la magnitud de sus pinturas.

El interior de la iglesia es un perfecto ejemplo de ilusionismo barroco, en el que la pintura al fresco se une a la arquitectura y las esculturas de los retablos para crear un efecto de lujo, movimiento y colorido.

         Los frescos son sin duda el elemento más llamativo, y cubren todas las paredes desde el techo hasta el suelo. Las pinturas del centro de la cúpula narran la Apoteosis de San Antonio, con el santo portugués ascendiendo al cielo rodeado de ángeles. Esta parte de la obra fue realizada por Juan Carreño de Miranday se sitúa encima de una rica arquitectura fingida a modo de basamento o tambor, obra de Francisco Ricci, con columnas salomónicas y frontones acaracolados. Ricci también pintó los santos portugueses localizados en el primer anillo de la cúpula.

         Los muros curvos de la iglesia fueron decorados por Luca Giordano, que pintó varios milagros del Santo, como El milagro de la mula o San Antonio curando la pierna que un joven había perdido al dar una patada a su madre. Los seis altares, situados en arcos-hornacina de medio punto, fueron realizados por varios artistas como el propio Giordano, autor del situado a la derecha del principal, dedicado al CalvarioEugenio Cajés pintó el de Santa EngraciaMiguel Jacinto Meléndez realizó en el siglo XVIII los retratos de varios reyes situados sobre los altares, entre los que se encuentran Enrique de Alemania, Luis IX de Francia y San Esteban de Hungría.

             El retablo mayor sustituye a uno barroco, eliminado durante el Neoclasicismo. En él podemos ver la excelente escultura de San Antonio con el Niño, obra maestra de Manuel Pereira, y una gloria de ángeles, obra de Francisco Gutiérrez.

Imagen de San Antonio de Padua, obra maestra de Manuel Pereira
           Altar dedicado a Santa Engracia, princesa zaragozana, obra de Eugenio Cajés del siglo XVII. Sobre ella ovalo con el busto del rey Felipe IV, obra de Francisco Ruiz de la Iglesia. A su lado altar de Santa Ana y San Joaquín con la Virgen Niña, soberbia obra de Lucas Jordán, fechada en 1694. En la parte superior, el busto de la reina María Luisa Gabriela de Saboya, esposa de Felipe V, también de Ruiz de la Iglesia.

Altar dedicado al Calvario, también de Lucas Jordán y fecha similar. En la parte superior, ovalo con Mariana de Neoburgo, esposa de Carlos II, del mismo autor que los óvalos anteriores. La imagen de delante es la Virgen de los Dolores, imagen de vestir de siglo XIX.



           Pasando al lado del Evangelio, el primer altar es el dedicado a la Santísima Trinidad, atribuido a Ruiz de la Iglesia, el ovalo superior con Felipe V del mismo autor. Al lado altar dedicado a San Carlos Borromeo curando a lo enfermos, obra de Lucas Jordán de finales del XVII. En la parte superior ovalo con el busto de Carlos II, del mismo autor que el resto de los bustos.



           Las pinturas representan a Reyes Medievales de España, Francia, Hungría, Alemania y Bohemia, Santos Portugueses, la Gloria, la Virgen y el Niño y como no... a San Antonio, pintados en su mayoría por Lucas Jordán, junto a las pinturas anteriores a la bóveda, que son obra de Carreño de Miranda y Francisco de Ricci. Por último, la escena de la Aparición de la Virgen y el Niño a San Antonio de Padua, es el conjunto efectista que cubre la bóveda, obra de Carreño de Miranda y retocado por Lucas Jordán.



             En la cúpula podemos ver una maravilla de pinturas que asemejan columnas, ventanas, pilastras, frontones, molduras, jarrones y figuras humanas, todo ellos con ornamentos barrocos. Todo está perfectamente pintado, dando la sensación que vemos realmente esos relieves como si fueran de mármol pintado. Las columnas pintadas inicialmente eran lisas y Lucas Jordán las cambió por columnas retorcidas, más cercanas al barroco.



          Es una de las iglesias más bellas de Madrid. El templo fue declarado en 1972 Monumento Nacional.

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